Homenaje Jaime Humberto Hermosillo

JAIME HUMBERTO HERMOSILLO
Sacudir la conciencia

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Nadie supo retratar como él a la familia mexicana moderna. Y con sus historias, agitar lenta pero contundentemente sus bases.

En un entorno conservador, nació el 22 de enero de 1942, en Aguascalientes. Desde muy joven demostró pasión por el séptimo arte. El cine Rex fue testigo de sus maratones de hasta 7 películas en un día.

Estudió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, y fue alrededor de sus 20 años de edad que escribió sus primeros guiones y dirigió sus primeros cortometrajes: “Homesick”, en 1964, y “S. S. Glencairn”, en 1969.

Sus personajes fueron el objeto donde materializó sus obsesiones: la familia, los prejuicios y la ruptura de la moralidad. Libertad y diversidad, su sello personal.

En 1971 escribió y dirigió su ópera prima, “La verdadera vocación de Magdalena”, con Angélica María en el papel principal, dando vida a un joven casada con un músico de rock and roll, pero hostigada por su madre quien le recrimina no estar con un hombre acorde a las tradiciones.

En ella, actuó también María Rojo, quien se convirtió en su musa, su actriz fetiche que lo acompañó en 15 largometrajes y 2 cortometrajes.

Desde los inicios de su carrera, Hermosillo se codeó con las grandes figuras del arte y la cultura. Para su segundo largometraje, “El señor de Osanto”, en 1974, trabajó con el escritor José de la Colina como guionista, y con Gabriel Figueroa en la fotografía. Una herencia y las disputas entre hermanos, los temas abordados.

Fue en 1976 que “La pasión según Berenice” lo llevó a lo más alto, al darle el premio Ariel a mejor película y mejor director. Nuevamente con Rosalío Solano en la fotografía, retrató la transformación de una joven, atrapada entre el deseo y la represión.

Una de sus obras más reconocidas es “Matinée”, de 1977, que ha dado pie a múltiples análisis y conversaciones en torno a ella. Con elegancia, plantea puntos de similitud entre una aventura criminal y las relaciones más allá de los convencionalismos. Un pequeño corre tras el tren, ese símbolo de la modernidad de la que el cine es hijo. Corre como quien adquiere un boleto a la libertad.

Al año siguiente dio vida a un poético “Naufragio”, nuevamente con argumento de José de la Colina. Es la historia de dos mujeres que comparten vivienda y añoranzas por un hombre que transita entre la ilusión y la realidad.

Para “María de mi corazón”, en 1979, contó con argumento y guión de Gabriel García Márquez. El Premio Nobel de Literatura se basó en una historia real que le contaron en España. En ella una serie de malentendidos llevados hasta la locura se interpondrán al amor. Le valió a Hermosillo la Diosa de Plata a mejor director.

Con “El corazón de la noche” nos llevó por los senderos de lo oculto a la vista, y la diversidad se apoderó de su pantalla. La discapacidad, el deseo. Nuevamente Gabriel Figueroa en la fotografía.

Pero Jaime Humberto Hermosillo es un artista que tiene varias obras cumbre. Una de ellas la realizó en 1984: “Doña Herlinda y su hijo”, pieza mundialmente aclamada, con la cual señaló las apariencias de la familia mexicana. Es la historia de una madre que no acepta la orientación sexual de su hijo, presionándolo hasta llevarlo a un juego peligroso y lastimero.

Para 1988 adaptó la historia “El verano de la señora Forbes” de Gabriel García Márquez, con guión del propio escritor. Una historia retadora, un juego amoroso de provocaciones y rechazos con un sorprendente final.

De 1989 a 1992 generó un proceso creativo que daría como resultado otra de sus películas mundialmente aclamadas: “La tarea”.

Todo inició con su mediometraje “El aprendiz de pornógrafo”, filmado con cámara de video Hi 8, primer experimento de una sola toma extendida, para luego en 1991 realizar “Intimidades de un cuarto de baño”, y ese mismo año hizo el llamado “remake profesional” de “El Aprendiz de Pornógrafo”, es decir, “La Tarea” (1991), con María Rojo y José Alonso en pantalla. Cerraba este ciclo al año siguiente con la secuela “La Tarea Prohibida”.

María Rojo acompañaría a Jaime Humberto Hermosillo nuevamente a finales de esa década, en 1997, en “De noche vienes, Esmeralda”, adaptación del cuento de Elena Poniatowska, considerada una crítica al machismo en México, pero desde el otro lado de la moneda. Es la historia cómica de una mujer acusada de poligamia.

En el año 2000 realizó “Escrito en el cuerpo de la noche”, basada en la obra de teatro homónima de Emilio Carballido, así como el cuento “La desterrada”. Una cinta que propone un homenaje al dramaturgo mexicano y una reflexión sobre la relación teatro-cine.

Como una reminiscencia a “Doña Herlinda y su hijo”, Hermosillo volvió a retar a las audiencias y a los convencionalismos morales en 2002 con “eXXXorcismos”, una historia de amor y de fantasmas, en la que el mundo de los vivos se confunde con el de los muertos.

En 2009, con la ola tecnológica, creó “El vicio amoroso”, película digital para computadoras y teléfonos móviles. Basada en el relato de Arturo Villaseñor, es un experimento con un solo actor que interpreta a dos personajes. 

En el año del Bicentenario, el cineasta evocó sus años de adolescencia en su natal Aguascalientes, en “Juventud”, un emotivo filme que hace de la nostalgia, la cinefilia y el poder de la memoria sus fuerzas principales.

Su película número 31 en el año 2018, y con la cual cerraría una brillante carrera fílmica, es “Crimen por omisión”. Un pacto suicida y un triángulo amoroso, enmarcado en claroscuros, pasión y traición.

Hermosillo abarcó otros terrenos creativos, como las telenovelas, al encabezar en el año 2000 la dirección de escena de “La calle de las novias”, producida por Christian Bach y Humberto Zurita para Tv Azteca.

Al iniciar este peculiar año 2020, el 13 de enero en su querida Guadalajara, Jaime Humberto Hermosillo se adelantó a la cita irrevocable que los seres humanos tenemos, dejando tras de sí una estela de obras maestra.

Un cineasta fiel a sus convicciones, congruente, arriesgado y salvaje, un rebelde con causas, que llevó a sus personajes al límite. Un artista que resistió a la tentación de las películas que Luis Buñuel llamó alimenticias, siempre poniendo adelante a la esencia cinematográfica, al arte.

Jaime Humberto Hermosillo, homenaje nacional en el Festival de Cine Mexicano Tamatán.

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